lunes, 26 de marzo de 2018

Estaba hecha de agua

Estaba hecha de agua, y cuando se deshizo en lágrimas, desapareció. Conocía el riesgo y, aun así, se arriesgó a amar, aunque nadie puede elegir no enamorarse.

Él era viento: cambiante, inestable, viento del sur. La brisa de sus noches acariciaba su piel mojada, alterándola en olas. Y ella se acercaba en marea para besarle.

Ella le amaba, pero no podía estar con él. Él rozaba su superficie, entregándose completamente, porque así era el viento; y se enamoró de su inaccesibilidad. Ella salpicaba suspiros, tratando acariciarle con sus gotas. Y así, fueron conociéndose poco a poco y, aunque eran diferentes y su naturaleza se lo impedía, desearon fundirse en uno solo.

Hasta que un día, ella lloró, y cuando el agua llora, desaparece. Lloró por amor, y su cálido llanto logró evaporarla. Se unió al viento, que al fin pudo abrazarla, y mientras sigan amándose, ella no se convertirá en lluvia, porque él no la dejará deshacerse de nuevo.